Ir al contenido principal

Regreso al pasado


 

   Bien. Todo listo. Después de tanto tiempo, por fin ha llegado la hora. No ha salido como yo pretendía, pero ha salido. Al fin y al cabo, tampoco es tarea fácil eso de crear una máquina del tiempo de la nada. Ni hacerlo ni mantenerlo en secreto, que esa es otra.

    Ha llegado el momento. Tiene que ser ahora porque, de lo contrario, las condiciones variarán y, con ellas, la posibilidad de que algo salga mal.

    —¡Jim, corre, te necesito aquí abajo!

    —¿Para qué, papá? Estoy con el Tetri... Terminando los deberes.

    —¡Date prisa, baja ya! ¡O se lo diré a mamá!

    —Vaaaaale. Ya voooooy...

    Cada vez me cuesta más que me haga caso. La edad, supongo. Yo a la suya... A quién quiero engañar, ya ni recuerdo cómo era yo a su edad. De hecho, ni recuerdo el momento en que dejé de ser joven. Desvarío. Da lo mismo, Lo que ahora importa es poder probarla. Y que funcione, sobre todo que funcione.

    —¿Qué quieres, papá?

    —Jim, tienes que hacer exactamente lo que te diga y cuando yo te lo diga. ¿De acuerdo?

    —¡¿Pero qué es todo esto?! ¿Y desde cuándo está así? Ya verás cuando se entere mamá. ¡Mam...!

    —¡Shhhhh! ¿Estás loco? Como la llames, date por muerto. O peor aún, date por desheredado. Si la llamas, le diré que tú me has ayudado a montarlo todo, y te va a castigar. Tú mismo.

    —Eres un chantajista. Esto no vale.

    —En algún momento tienes que crecer. Mejor que te enseñe yo cómo es la vida a que te lo enseñe otro. Escucha, ¿ves esto? Es una máquina del tiempo. La he diseñado yo. Bueno, diseñado y montado. Llevo... Ya ni sé cuánto tiempo llevo en ello. Quizá empecé poco después de que tú nacieras.

    —...

    —¿Qué? ¿Por qué me miras así?

    —No sé si reírme o pensar que me estás tomando el pelo, papá. Ya no soy un niño pequeño. Ya sé que Papá Noel no existe, que los Reyes Magos son los padres, y que a los niños no los trae la cigüeña desde París. No me vaciles, papá.

    —Que nooooo. Que no es broma. ¡Que es de verdad! 

    —Ya, claro. Mira, otro día no me hagas bajar al sótano para estas tonterías. He perdido por tu culpa. —Me dijo mientras se giró sin esperar respuesta alguna, subiendo los escalones de dos en dos, mientras rezaba entre dientes algo que no pude descifrar.

    —¡Mierda puta! —exclamé. Eran las 14:03 y ya se empezaba a descentrar la cuadratura espacio-tiempo que haría posible que la máquina, mi máquina, me llevara atrás en el tiempo. Realizar todo el proceso me llevaría unos cuarenta y siete segundos. Tiempo suficiente, pero tan solo tenía una oportunidad. Si no, todo se iría al traste. Las 14:05 era la hora límite si quería tener alguna posibilidad de que toda aquella locura cobrara sentido.

    El condensador de fluzo no servía para nada. Estuve meses para desenmarañar el porqué. Doc fue muy listo, lo puso ahí para desviar la atención. Como los buenos magos, que te enseñan una carta que sostienen en su mano izquierda mientas que, con la derecha, sacan del bolsillo el as de corazones que tú has escogido para luego dar el cambiazo. Muy hábil, Doc, muy hábil. Pero sólo me has entretenido un poco. Una mera distracción. Ahora seré yo quien por fin viajará al pasado. Once años atrás. 24 de enero de 1974, para ser exactos. Nunca podré olvidar ese jueves. Pero ahora podré volver. Sí. Ahora volveré y todo cambiará. La gente imagina que viajar en el tiempo implica viajar a cualquier lugar. Mis cálculos no me han permitido hacer eso posible. Tan solo tengo previsto viajar al pasado, y eso, con suerte. Seguro que la mayoría pensará que estoy loco. Yo mismo me lo he cuestionado más de una vez. Ahora, por fin, saldré de dudas.

    Niveles, listos. Alternador de materia oscura, listo. Generador de protones mini, listo. Presión arterial, 139/87. Un poco alta, pero debe ser por la emoción del momento. Bien, pues, ahí vamos. Sólo podré estar cinco minutos, pero no necesito más. las condiciones actuales no me permiten estar más tiempo. Me quedaría atrapado en el pasado, y ya he programado la vuelta. Por culpa del niño no podré quedarme más. Para hacerlo como quería le necesitaba. Me tendré que conformar con eso. En cinco minutos estaré de nuevo aquí. Eso, si todo sale según lo previsto. Cuatro segundos. Mierda, ¡el reloj! No me da tiempo a cogerlo, así que desisto de inmediato. Cierro los ojos, confío en el trabajo realizado durante años y escucho esa voz robótica con destellos de feminidad decir:

    DESTINO: 24 DE ENERO DE 1974. HORA PREVISTA DE LLEGADA: 9:37 A.M. INCIO INMINENTE.

    Cierro los ojos y el ruido se apodera de todos mis sentidos. Se cuela por cada poro de mi piel haciendo que me cuestione que, si me quedara atrapado en el tiempo, si algo saliera mal, ni siquiera me movería del sitio. O del momento.

    De repente, escucho cómo el sonido producido por toda aquella maquinaria casi irreal empieza a cesar. Las bielas dejan de girar lentamente, todos los mecanismos van frenando y yo, semiaturdido, abro los ojos despacio. 

     No sé cuánto tiempo duró el viaje, para eso quería el reloj, aunque poco importa ahora. Cuando la máquina se detiene del todo, el altavoz me devuelve un mensaje:

    —UBICACIÓN ACTUAL: 24 DE ENERO DE 1974. HORA DE LLEGADA: 9:38 A.M. INICIO DE VIAJE DE RETORNO: 9:43 A.M.

 

Xabi Garza



Foto de Sami Abdullah en Pexels

Comentarios

Entradas populares de este blog

El bordador de historias

¿Sabes esos días en que sientes que no necesitas dormir ni comer? Esos días en que todo lo que necesitas es sacar todo eso que te escuece desde lo más hondo de ti, explotar y compartir todo lo que te irrita, te enorgullece, te obsesiona, todo. Todo bulle, todo brota. TODO. Esos días en los que echas de menos, más que nunca, haber sido el heredero universal del tío de América, el gordo de la lotería o cualquier otra gracia que te permita vivir del cuento, de tu cuento, del que tú escribas, porque sólo necesitas vaciarte, volcar toda esa información que inunda tus células y que, bien aseada y con la cara lavada, luce como una bonita historia. Y es una historia bonita porque es real, y lo es porque ha tomado forma en tu cabeza y ahora está dibujada con letras de oro, formando palabras perfectas. Palabras cosidas con mimo y esmero a pequeñas puntadas, porque no das puntada sin hilo. Tú no. Y no importa que ese hilo se entrelace y enrede, no importan siquiera los jirones porque deshaces cua

Me enfadé, por cortesía de @Trying_Mom

La verdad es que no sé qué hago yendo. Que vaya, dice Manel. Ha sido todo un detalle invitarme a asistir, igual de grande que el de Laura pidiéndome que la acompañara en esto. Es mayorcita, 27 años cumplirá el mes que viene, no obstante, agradezco tanto que cuente con mi opinión… Porque sí, claro, yo estoy sólo por acompañarla, pero, al fin y al cabo, soy la madre de la artista, nadie velará por sus intereses como yo, diga Manel lo que diga y por muy cariñoso y amistoso que se muestre, que esto no deja de ser su trabajo, un trabajo como otros. Que sí, que muy amable y muy simpático, pero mi niña es otro negocio para él. Y ella lo sabe, ¿eh? ¡Vaya que si lo sabe! En primer lugar, porque no es tonta, sólo es joven. En segundo, porque ya me he encargado de recordárselo todas las veces que tan solícito ha venido a casa para reunirse con ella. Tanto antes de que llegara como después de que se fuera. Debe estar asustada e impresionada porque, lejos de decirme que ya lo sabe y que deje de s

Mariví tiene un plan

Este relato fue presentado a la Antología Serie B, cuyo premio fue considerado desierto. El despertador marcaba las 8:35 de la mañana cuando un tenue rayo de sol se colaba por la rendija de la persiana e impactaba en la cara de Mariví. Maldijo no haberla cerrado del todo bien horas antes, pero quién se iba a fijar en eso a las cuatro de la madrugada.      A su lado, Ernesto seguía roncando con la misma sutileza de un tractor ruso de postguerra mientas ocupaba dos tercios de la cama. Sin mucha opción viendo el panorama que se le avecinaba, Mariví decidió dar por concluida su duermevela y levantarse, a fin de cuentas, hoy era el día, hoy era Navidad.      Se había quedado hasta tarde haciendo canelones. Hirviendo las obleas en su punto, escurriéndolas para después rellenarlas con carne picada con el 1,2,3 picadora Moulinex que conservaba desde tiempos inmemorables, para finalmente bañarlo todo con la bechamel que preparó con tanto esmero. Luego, un tejado de queso perfectamente es