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Mostrando las entradas etiquetadas como La vida misma

8 de marzo de 2023

  Como ya sabréis si miráis el calendario, o en su defecto el teléfono móvil, hoy es 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer. Antes se le llamaba Día Internacional de la Mujer Trabajadora, pero, francamente, el nombre es lo de menos.      El hecho es que estoy triste. Sí, porque me entristece que se tenga que celebrar este día. Me explico:     En esta sociedad nuestra, la que nos está tocando vivir, donde todo se tiene que respetar, la de los géneros no binarios, la del género neutro escrito con «e», la de la libertad sexual que, por si a alguien se le olvida, la empezaron los jipis en los 70 (cincuenta años hace ya, señores), que se tenga que celebrar/reivindicar un Día Internacional de algo que tendría que estar más que asumido me entristece. Y me entristece porque que se siga celebrando quiere decir que todavía hace falta que se celebre. Todavía es necesaria la pedagogía para neutralizar al patriarcado opresor que manda a las mujeres a planchar o a la cocina. Todavía existe el mal

Navidad

Nadie habla de lo triste que es, en realidad, la Navidad. Y es que parece que en Navidad todo es amor y armonía. Felicidad y buenos propósitos. La gran pantomima hecha realidad.      Las mismas personas que en tu trabajo, en tu día a día, en tu propia familia, te están criticando o inventando mentiras acerca de ti, son las mismas que con la sonrisa más majestuosa y falsa te sorprenden deseándote unas buenas fiestas. Gente con la que ni siquiera has cruzado dos palabras en todo el año, ahora te desean las mejores de las suertes para Navidad. Esa gente, ese tipo de gente hipócrita que se ve obligada a felicitarte las fiestas es la que contribuye a la mentira. No es cierto que en Navidad haya que estar feliz. No lo es y hay que decirlo. Tampoco digo que se tenga que ser el Grinch, digo que en Navidad hay que estar como hay que estar; ni más ni menos, no feliz por convenio.      Y es que uno no puede estar feliz si le diagnostican un cáncer terminal. «Hombre, no estés triste, jolines. Hay

Escribir es fácil, si sabes cómo

No sé vosotros, pero yo soy de la opinión de que un escritor tiene que saber escribir. Y ojo, aunque parezca una soberana gilipollez lo que digo, no lo es. En absoluto.      ¿A qué me refiero cuando digo que tiene que saber escribir? Bien, desde mi punto de vista va más allá de implementar correctamente palabras, frases, aplicar gramática, puntuar como es debido, tildar lo que toque y demás. ESE debería ser el punto de partida, lo mínimo exigible. «Si uno quiere ser escritor, debe escribir como un escritor».      Digo esto porque parece que últimamente prima, por encima de escribir bien, que se sea un contador de historias a un escritor y, por supuesto que hay que hilvanar una buena historia, pero sin descuidar todo lo demás. Si no se llega a ese mínimo, que puede ser perfectamente, «el escritor en ciernes» debe poner especial empeño en corregir lo que está mal y, sobre todo, dejarse aconsejar por alguien que, en ese momento, sepa más. Pienso que hace falta una buena cura de humild

Palabras

Me miras de soslayo al tiempo que calculas tus posibilidades. Tanto me deseas que no percibes que te observo altivo desde mi pedestal sin importarme ni tú ni tus ganas.      Me mantengo rígido, incómodo ante tu insistencia en pasearte por delante de mí como si yo no importara, solo soy un objeto para ti.      ¿De verdad crees que no voy a notar ese dedo que deslizas por mi espalda?      Oh, sí, eres sutil, pero no intangible.      Me olfateas cual cachorro curioso, se te hace la boca agua, lo sé, lo percibo incluso antes de ver cómo te muerdes el labio. Apostaría a que estás a punto de babear.    Si pudieras me devorarías aquí mismo. He visto esa mirada tantas veces que podría reconocerla en la oscuridad.      Cada vez estás más cerca, no tengo vía de escape, me respiras, deslizas tus manos sobre mí sin que pueda hacer nada por evitarlo.    Me destapas con avidez, con el ansia descontrolada de quien lleva años esperando, casi podría decirse que toda una vida. Me abrazas y

Inútil

Se propuso no volver a estar triste ni deprimido. A valorarse, a creer en sí mismo. Tenía la firme intención de aprovechar cada momento, por pequeño que fuera, y evitar lamentarse de su desdichada suerte y todo lo malo que le sucedía. Ese era su objetivo y hasta en eso fracasó.      No se levantó de buen humor, como de costumbre, y aunque eso no fuera nada reseñable, fue lo suficiente como para recapacitar en lo que se había convertido su vida. Un par de cajas de pizza vacías le esperaban encima de la mesa que, ignoradas con gran maestría, reposaban hasta que alguien se dignara a recogerlas. Ese alguien iba a ser él, pero ahora no podía pensar en otra cosa que no fuera en su café matinal. Mientras esperaba a que se calentara la cafetera se decía mentalmente «no tienes ni puta idea de nada, inútil de mierda». Siempre se trataba con el mayor de los respetos y de la manera más motivacional posible. Él era así, pura positividad.      Cuando la cafetera por fin decidió regalarle el ansi

Cámara nueva

      —Probaré mi cámara nueva —me dije, y qué mejor manera que con una foto a oscuras hecha en blanco y negro.      Conseguí preciosos contrastes, pero lo mejor de esa foto fue ese destello verde del pendrive inexistente conectado a mi portátil.   @XabiGarza   Foto de Daniel Putzer en pexels  

Embelesado

Quedé embelesado al mirarla sentada frente a mí, tanto que se me derritió el hielo imaginario de mi whisky on the rocks.      Todo mereció la pena, la gabardina, el sombrero, alquilar el bar entero con billetes del Monopoly.      Todo por verla por última y primera vez. Todo por ese suspiro justo antes de volver al manicomio.     @XabiGarza   Foto Cottonbro en Pexels  

Cuéntame

Cuéntame que todo irá bien, que todo pasará mientras me acaricias y mi cabeza reposa en tu regazo.    Cuéntame que todo es una pesadilla y que al despertar te tendré a mi lado por siempre.    Cuéntame que ni mi soledad podrá gritar tan fuerte como para acallar todo el amor que te proclamo cada día y que encenderán mis luces cuando la tristeza me las apague a escondidas.    Cuéntame todo eso y mil cosas más, vida mía, que mientras te escucho mi alma vuela encima de cada una de las palabras que recitas.   @XabiGarza

Piano

  Siempre quise saber tocar el piano, pero no al nivel de conservatorio, tan solo para poder expresarme con notas musicales del mismo modo que lo hago con las palabras. No por el hecho de saber los movimientos de las piezas, uno sabe jugar al ajedrez, y tocar el piano es lo mismo. No soy pretencioso, solo quería saber tocar, pero la vida tiene sus caprichos y el destino otros tantos. Cuando tuve tiempo no tuve la oportunidad, y cuando tuve la oportunidad… Cuando tuve la oportunidad me faltó el poder aprender, porque no es lo mismo saber tocar el piano que poder aprender a tocarlo. No hay instrumento que peine mi alma y desenrede mi mente como lo consigue un buen piano tocado con suavidad y sentimiento. Es el único que logra calmar mi caos interno, o al menos, se acerca a ello. Sus delicadas notas me acarician por fuera, pero sobre todo por dentro, traspasando mi piel y mis sentimientos, desarmándome salvajemente y haciéndome vulnerable al resto de la gente. Y precisamente eso, es