No sé vosotros, pero yo soy de la opinión de que un escritor tiene que saber escribir. Y ojo, aunque parezca una soberana gilipollez lo que digo, no lo es. En absoluto.
Digo esto porque parece que últimamente prima, por encima de escribir bien, que se sea un contador de historias a un escritor y, por supuesto que hay que hilvanar una buena historia, pero sin descuidar todo lo demás. Si no se llega a ese mínimo, que puede ser perfectamente, «el escritor en ciernes» debe poner especial empeño en corregir lo que está mal y, sobre todo, dejarse aconsejar por alguien que, en ese momento, sepa más. Pienso que hace falta una buena cura de humildad, y lejos de avergonzarse por no saber de todo, lo que se debe hacer es escuchar, aprender y corregir. Y leer. Leer mucho. Es la manera más eficaz de aprender sin que te enseñen.
Aun así, como nadie tiene la verdad absoluta, debemos recurrir a correctores para que nos indiquen qué está bien, qué mal y qué mejorable. Correctores de estilo que nos aconsejen y guíen. Y no, no estoy hablando de escritores autopublicados, o no sólo de ellos. Yo mismo he leído libros publicados bajo editorial que, habiendo pasado un «control de calidad», están plagados de fallos y erratas. No me refiero a una tilde que falta o sobra, ni a ningún error tipográfico por escribir deprisa, eso es tolerable; me refiero a errores de bulto, los cuales jamás se le deberían pasar por alto a un corrector que se precie y que, además, cobre por ello.
No se puede dejar todo en manos de un corrector. Un buen escritor debe entregar su obra terminada y, sobre todo, revisada, no una ni dos, varias veces más. Una vez hecho eso, viene la hostia a mano abierta, de esas que duelen en lo más profundo, casi llegando al alma, eso si se hacen bien las cosas. Y esa hostia la da el corrector, el buen corrector.
No vale con ser un buen hacedor de historias, no es suficiente. Esas historias hay que vestirlas, cuidarlas, mimarlas y criarlas mientras crecen. El corrector es el encargado de acicalar como es debido a nuestras historias para el gran baile. Él no da forma a nuestra historia, la hace más especial, más elegante, más deseable. Hace que ella misma se sienta más guapa.
Si uno quiere ser pintor debe saber poner cinta, recortar, poner periódicos viejos en el suelo, pintar a rodillo y a brocha. Debe ser capaz de todo eso para considerarse pintor. Aún no he visto a ninguno que me diga que él no recorta los marcos, que él solo pinta. No sé si se me entiende…
Otro apartado es el tema de las portadas de los libros. Eso no depende del escritor, salvo en los autoeditados, que corren con todo el proceso de escritura, corrección, maquetación y diseño de portadas. Pero al igual que os digo que un escritor debe saber escribir, un escritor no tiene porqué ser un diseñador gráfico. Todo esto se ve claramente en los escritores publicados bajo editorial, que poco o nada pueden hacer. Alguna indicación puntual, alguna idea a tener en cuenta, pero poco más. La portada correrá a cargo de los portadistas.
Entonces yo me pregunto: Si un escritor autopublicado no repasa, corrige ni modifica su texto porque no es corrector, ni maquetador ni nada de eso (él es «escritor»), ¿por qué hace de portadista? Manu Franco dice: «Todo el mundo juzga un libro por su portada». Supongamos que siempre es así, en ese caso ¿En serio un escritor quiere que se le juzgue por la portada de un libro que ha hecho él aun siendo o considerándose escritor y no un buen portadista? ¿Realmente esa quiere que sea su carta de presentación?
Francamente, no lo entiendo, me vais a perdonar. Soy muy consciente de que hoy en día todo cuesta dinero, hay letras que abonar, facturas que pagar y hay que llenar la nevera (hostias, tengo que comprar cervezas, vaya a ser que aparezca mi hermano y…), pero digo yo que hablando se entiende la gente ¿no? Se puede llegar a algún tipo de acuerdo, intentar que alguien ayude, ahorrar un poco para poder pagar a un profesional en el proceso creativo, consultar a amigos y conocidos… no sé, algo.
No se puede pretender hacer una portada «atrayente» con una foto sacada de Pixabay trabajada mínimamente en Paint y con el título en Arial Black con fondo plano. Bueno, o sí, quién sabe. Quizá el rollo minimalista es cautivador, pero mucho me temo que, de funcionar, será la excepción.
Para mí es fundamental que, sea lo que sea que se deba leer, esté bien escrito, la portada ayude a mi elección para que quiera abrir el libro, y que, una vez abierto, tanto la historia como los personajes me enganchen. Podemos debatir sobre gustos, si la portada atrae o no, o si los personajes conectan o transmiten, pero lo que no admite discusión es que el libro tiene que estar bien escrito.
Posiblemente me gane algunas críticas por estas líneas, pero «francamente querida, me importa un bledo». No por el simple hecho de no decir las cosas, éstas dejan de existir, de igual modo que no por no pensar en que un día moriremos, vamos a vivir eternamente.
Como diría Homer Simpson, Hay tres tipos de personas, los que saben contar y los que no. Yo soy de ese tercer grupo.
Hola Xabi, ya estoy de nuevo por aquí :)
ResponderEliminarYo creo que siempre se puede mejorar y nunca dejamos de aprender. Y esto puede ser a través de nuestra propia experiencia y errores, o con el aprendizaje y apoyo que nos puedan brindar.
Respecto a "posiblemente me gane unas críticas por estas líneas", no entendería por qué, la verdad, a mi me parece que has estado muy acertado en todo lo que has dicho.
Me gusto mucho la reflexión final: "No por no decir las cosas éstas dejan de existir. No por no hablar de la muerte significa que viviremos eternamente".
Siempre es un lujo leerte, un abrazo muy fuerte!! ;)
¡Qué alegría volver a encontrarte por aquí!
EliminarMe alegro de que te haya gustado.
Agradezco mucho tus palabras y que te pares a dejarme un comentario. En definitiva, gracias por tu apoyo.
Un abrazo fuerte para ti también :)