Me ha salido bailarina, sí, sí. Desde siempre, no pierde la ocasión de dar unos estilosos pasos. Desconozco quién le habrá enseñado, incluso si será un don natural o cosa heredada, pero baila siempre que puede. En ocasiones, se muestra tímida y vergonzosa cuando nota que la observo, otras veces es puro torbellino, pero nunca se está quieta. La tranquilidad no va con ella. A menudo se descontrola dándose algún golpe contra la pared, pero es superior a ella. Danza que te danza. Intento centrarla, explicarle que se puede puede lastimar. En una ocasión forré de corcho blanco una pared. Se contuvo durante unos días. Y una cosa digo, no es que pretenda frustrar las ilusiones ni el potencial de nadie, sólo quisiera que entendiera que no es una friolera bailarina rusa con Parkinson, sino una lavadora. Foto: Jausel Ferma vía Pexels @XabiGarza
Como su propio nombre indica