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Mostrando las entradas etiquetadas como Presentado a convocatorias

Invasión

Este relato fue presentado a la antología Invasiones planetarias, cuyo premio fue considerado desierto   Ha pasado tanto tiempo que ya ni recuerdo cuándo vinimos. Tal vez hayan pasado seis o siete pársecs, aunque a mí me parecen veinte. En cualquier caso, demasiados a mi modo de ver. Pero tengo una misión que cumplir, tenemos una misión que cumplir. Me niego a admitir que todos estos años invertidos no han servido para nada, pero mi tiempo se acaba, sigo sin recibir la señal y me empiezo a preocupar. Las órdenes fueron claras, infiltrarnos en la especie humana, hacernos pasar por iguales y aumentar en su escala de poder. Tuvimos que adoptar sus asquerosas formas y sus costumbres. Aprender su lengua, idiomas los llaman, fue más fácil que simular ser ellos. Al tener la habilidad de adquirir la forma de cualquier ser vivo que toquemos, podemos hacernos pasar por ellos, el único inconveniente es que sólo puede ser por tiempo limitado, y el mío se está agotando. Una vez infiltrados, de

Feliz Navidad

No quería estar allí. De hecho, creo que ninguno de nosotros quería; pero teníamos que defender nuestro país de los invasores, o eso nos dijeron, y quien tuviera suficiente edad para sostener un fusil sería reclutado inevitablemente.     Perdí la cuenta del número de días, semanas y meses en los que estuve esquivando la muerte, mientras al final del día, en el recuento, alguno de mis compañeros, incluso algún amigo, dejaba de responder al pasar lista y llegar a su nombre. No es algo para lo que nos preparen cuando nos dan nuestra arma y nos lanzan a una muerte más que posible.     Aquella noche, en medio del fuego cruzado, el enemigo cesó su ofensiva. El olor a pólvora y tierra que aún se colaba en nuestros pulmones dejó paso a un aire bastante respirable. Nos quedamos atónitos, pasmados, mirándonos los unos a los otros y pensando en alguna treta fruto de la confianza que genera un alto el fuego. Al poco, decidimos hacer lo propio. No sé quién lo ordenó, pero en medio de la guerra

Mariví tiene un plan

Este relato fue presentado a la Antología Serie B, cuyo premio fue considerado desierto. El despertador marcaba las 8:35 de la mañana cuando un tenue rayo de sol se colaba por la rendija de la persiana e impactaba en la cara de Mariví. Maldijo no haberla cerrado del todo bien horas antes, pero quién se iba a fijar en eso a las cuatro de la madrugada.      A su lado, Ernesto seguía roncando con la misma sutileza de un tractor ruso de postguerra mientas ocupaba dos tercios de la cama. Sin mucha opción viendo el panorama que se le avecinaba, Mariví decidió dar por concluida su duermevela y levantarse, a fin de cuentas, hoy era el día, hoy era Navidad.      Se había quedado hasta tarde haciendo canelones. Hirviendo las obleas en su punto, escurriéndolas para después rellenarlas con carne picada con el 1,2,3 picadora Moulinex que conservaba desde tiempos inmemorables, para finalmente bañarlo todo con la bechamel que preparó con tanto esmero. Luego, un tejado de queso perfectamente es

Ángela. Relato presentado al V Certamen de relato breve «Residencia de mayores Campiña de Viñuelas» 2021

  Esta mañana me ha venido Ángela a la mente. Tal vez haya sido porque al mirar por la ventana he visto unas margaritas amarillas, y eso me ha recordado a cuando iba a visitarla. Le encantaba dar paseos por el jardín, aunque en realidad era yo quien la paseaba mientras ella observaba las flores desde su silla de ruedas. Se quedaba absorta mirándolas y al rato me decía: —Son bonitas, ¿verdad? —Claro que sí, Ángela. —respondía yo. —Hace muchos años, yo también era bonita. Ahora las arrugas han tapado esa belleza, o lo que quedaba de ella. Yo, sin saber qué decir, empujaba por la senda la silla de ruedas. Ahora le hubiera dicho: «No, Ángela, tú serás bonita siempre», pero cuando uno es un adolescente de apenas catorce años, no cae en la cuenta de qué decir, ni cómo decirlo. El hecho de que yo conociera a Ángela se lo debo a una asignatura de voluntariado que tuve que realizar en tercero de la ESO, en la cual debíamos ir a visitar a una persona en la residencia del pueblo, para que