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Mostrando las entradas etiquetadas como Cajón de sastre

Salir a andar

No suelo salir a pasear. No me gusta. Lo veo una pérdida de tiempo, aunque mi médico de familia opine lo contrario y arrugue el ceño cada vez que le digo que lo de salir a andar no está hecho para mí. Que no estoy jubilado y que prefiero mi confortable sofá a pasarme estornudando toda la tarde por culpa del dichoso polen primaveral. El caso es que esta tarde, por motivos que no vienen al caso, he decidido bajar a la calle. A ver qué se cuece en el barrio. Los cincuenta primeros pasos son los peores, después como que el propio cuerpo coge inercia y ni se acuerda de que está andando.      De repente y sin previo aviso, al girar la esquina, he visto algo rojo moverse. Balancearse al son de la leve brisa que decoraba la acera en medio de la calle. No he podido evitar acordarme de IT al identificar el objeto como un globo rojo. Por suerte para mí, no había ninguna alcantarilla cerca. De todos modos, varias preguntas me han acechado. ¿De quién será ese globo? O ha sido, porque ahora, all

Sutiles

  Es jodido eso de escuchar voces en tu cabeza.  (No seas exagerado).  Al principio no son voces, ni siquiera es algo entendible. Son ruidos que suelen aparecer cuando estás solo. Preferiblemente en casa. En un inicio uno se ralla, piensa que hay alguien, o peor, algo merodeando por ahí. Luego la razón toma el control diciéndote que es la vieja casa donde la madera cruje por el cambio de temperatura brusco, o el viento colándose por entre las ventanas.     Uno normaliza escuchar cosas que realmente no están. Y es eso lo que da miedo. Una vez lo has normalizado aparecen los susurros. Como cuchicheos de niños pequeños. Algo sin sentido que aparece de la nada. Algo aparentemente inocente que va cobrando nitidez cuando las horas de sueño escasean.  (Y lo entretenido que estás ahora ¿qué?).    Los cuchicheos duran poco y la claridad llega de repente. Empieza con palabras sueltas. Primero, mi nombre. Qué ridículo me veo ahora buscando quién me llamaba, cuando quien lo hacía estaba dentro y n

Me costó abrir los ojos

  Me costó abrir los ojos, de hecho, cada vez me costaba más. Estaba exhausto, sin ánimo; pero a la vez nervioso, angustiado, y no sabía por qué. Quizá fuera ansiedad, quién sabe. La verdad era que no podía seguir así. Estaba aturdido y el corazón me latía como si acabara de terminar una maratón. Estiré mi brazo derecho y giré la mano hacia mí. La palma me miraba y los dedos tiritaban sin que yo tuviera un ápice de frío. ¿Qué me pasaba? ¿Podía ser stress? Tal vez fuera eso. El incipiente dolor de cabeza no ayudaría a sobrellevar el día, pero era lo que me había tocado en suerte. Qué le vamos a hacer.      Decidido a revertir la situación salí del cuarto y bajé al comedor. Busqué a Karen por todos lados, no estaba. Eso me hizo sospechar ya que sus llaves seguían colgadas del llavero. Todo estaba en silencio, demasiado en silencio quiero decir. Ni un ruido en casa ni en la calle. Ni un vecino enfadado ni unos niños refunfuñando por cualquier reprimenda, nada. Seguía sin entender, aunqu

Halloween

  No pienses que has tocado fondo. Aún te queda un buen trecho hasta llegar al inframundo y, créeme, no te va a gustar. Yo he estado allí y lo peor no es haber estado, lo peor es volver. Crees que no sirves para nada, que no vales nada, que todo lo malo te pasa a ti. Mecagoenmiputavida, gorrión. No tienes ni puta idea de lo que es el dolor, de lo que es sufrir, de lo que implica que te rasguen las entrañas de arriba abajo y de dentro afuera. Qué coño vas a saber tú, pobre desgraciado. ¿Te crees el puto ombligo del mundo? JA, JA, JA, JA. Menudo imbécil redomado. Madura de una puta vez, cojones. La vida no está hecha para lloricas. Sécate esas lágrimas y ármate de valor. Aprovecha cada segundo, convierte ese llanto pueril en ira. Esa ira te hará más fuerte e impedirá que te doblegues. Haz que crezca en ti ese odio que poco a poco te hará invencible. Nunca más te permitas sentirte débil, no delante de mí. De ser así yo mismo me encargaré de que ese sentimiento se torne real. Haré de t
Alguien borró la cabeza y la cola de la raspa de mi pescadilla. Ahora parece que cuento los días en esta celda pequeña y fría cuando yo, lo que quería, era simplemente dibujar.    @XabiGarza     Foto de Miguel Á. Padriñán en Pexels