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Mostrando entradas de enero, 2021

No lo encuentro

  No lo encuentro. Y no será porque no lo busco, ¿eh? Con ahínco, con insistencia, con ímpetu incluso, pero nada, no lo encuentro.    He buscado en los lugares más comunes, en los que más habitualmente se esconden las cosas cuando te trolean: entre las teclas del teclado, entre los cojines del sofá, debajo de la cama…    También en los más insospechados: detrás de las puertas, dentro de los armarios, en el horno…   Pero no lo encuentro. Y me hace falta. Bastante urgente, dicho sea de paso. Así que, como última esperanza, como mis Obi-Wan, recurro a vosotros y os pregunto:    ¿Alguien sabe dónde está el botón de PAUSE del mundo?    Necesito una pausa, nada, un par de siglos si acaso, para leer todos los libros que me gritan desde los estantes, para ver todas las películas que me vociferan ansiosas, para probar todos los vinos que mi paladar ansía, para abrazar todas las almas que mi corazón desea estrujar.    Por piedad os lo pido, ¿sabe alguien dónde está el maldito botón

Mi derrota

    Siempre me he considerado un tipo fuerte, de esos que los más leídos llaman «aguerrido». Tampoco un gladiador, pero capaz de ofrecer batalla en los momentos menos esperados. Eso era lo que pensaba; pero todo cambió en un suspiro. Fue entonces, y sólo entonces, cuando me di realmente cuenta de lo que supuso esa mirada.      Me desarmó completamente sin siquiera rozarme. Resquebrajó mi armadura de una manera tal que ni el propio Atila hubiera conseguido. De dentro hacia fuera. Imposible detener ese ataque que nacía y moría en mí. Qué gran estrategia. Qué genialidad tan perversa.      Esa sutil mirada suya, casi de soslayo me atrevería a decir, fue capaz de derrotar toda mi defensa de un solo plumazo. Sin premura ni premeditación. Sin avanzadilla ni trinchera divisable. El otoño en sus ojos me elevó por los aires mientras seguía clavado en el suelo. Para mi sorpresa, ella ni siquiera fue consciente de ello.      Quedé expuesto y vulnerable por su furtivo y despiadado ataque

El ALTRUISTA, de Esteban Navarro

Esteban Navarro nos transporta a la Barcelona de 1995 y nos va guiando durante toda la novela hasta un desenlace sorprendente. Con El ALTRUISTA, Navarro muestra cómo la gente puede llegar a creer aquello que quiere creer, y justificar lo que quiera siguiendo esas creencias. Una novela bien hilada, perfumada con toques de nostalgia y que otorga un buen entretenimiento al lector.

No sufría

No sufría. Ya no. Su piel, su cuerpo y sus huesos ya no sentían dolor alguno. Su mente sólo percibía un inmenso y eterno vacío. Ni siquiera distinguía si la oscuridad que le rodeaba era real u otra de sus trampas. Pero aún respiraba. Y a eso se aferró. #MiércolesDeMicrorrelato @XabiGarza