Este relato fue presentado a la Antología Serie B, cuyo premio fue considerado desierto. El despertador marcaba las 8:35 de la mañana cuando un tenue rayo de sol se colaba por la rendija de la persiana e impactaba en la cara de Mariví. Maldijo no haberla cerrado del todo bien horas antes, pero quién se iba a fijar en eso a las cuatro de la madrugada. A su lado, Ernesto seguía roncando con la misma sutileza de un tractor ruso de postguerra mientas ocupaba dos tercios de la cama. Sin mucha opción viendo el panorama que se le avecinaba, Mariví decidió dar por concluida su duermevela y levantarse, a fin de cuentas, hoy era el día, hoy era Navidad. Se había quedado hasta tarde haciendo canelones. Hirviendo las obleas en su punto, escurriéndolas para después rellenarlas con carne picada con el 1,2,3 picadora Moulinex que conservaba desde tiempos inmemorables, para finalmente bañarlo todo con la bechamel que preparó con tanto esmero. Luego, un tej...
Como su propio nombre indica