¿Sabes esos días en que sientes que no necesitas dormir ni comer? Esos días en que todo lo que necesitas es sacar todo eso que te escuece desde lo más hondo de ti, explotar y compartir todo lo que te irrita, te enorgullece, te obsesiona, todo. Todo bulle, todo brota. TODO. Esos días en los que echas de menos, más que nunca, haber sido el heredero universal del tío de América, el gordo de la lotería o cualquier otra gracia que te permita vivir del cuento, de tu cuento, del que tú escribas, porque sólo necesitas vaciarte, volcar toda esa información que inunda tus células y que, bien aseada y con la cara lavada, luce como una bonita historia. Y es una historia bonita porque es real, y lo es porque ha tomado forma en tu cabeza y ahora está dibujada con letras de oro, formando palabras perfectas. Palabras cosidas con mimo y esmero a pequeñas puntadas, porque no das puntada sin hilo. Tú no. Y no importa que ese hilo se entrelace y enrede, no importan siquiera los jirones porque deshaces cua
Es jodido eso de escuchar voces en tu cabeza. (No seas exagerado). Al principio no son voces, ni siquiera es algo entendible. Son ruidos que suelen aparecer cuando estás solo. Preferiblemente en casa. En un inicio uno se ralla, piensa que hay alguien, o peor, algo merodeando por ahí. Luego la razón toma el control diciéndote que es la vieja casa donde la madera cruje por el cambio de temperatura brusco, o el viento colándose por entre las ventanas. Uno normaliza escuchar cosas que realmente no están. Y es eso lo que da miedo. Una vez lo has normalizado aparecen los susurros. Como cuchicheos de niños pequeños. Algo sin sentido que aparece de la nada. Algo aparentemente inocente que va cobrando nitidez cuando las horas de sueño escasean. (Y lo entretenido que estás ahora ¿qué?). Los cuchicheos duran poco y la claridad llega de repente. Empieza con palabras sueltas. Primero, mi nombre. Qué ridículo me veo ahora buscando quién me llamaba, cuando quien lo hacía estaba dentro y n