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SI DALÍ SUPIERA, de Sara Rodrob

 

Si Dalí supiera

Empecé a leer esta novela sin saber de ella nada más que el título, así que no sabía a lo que me enfrentaba, pero nombrar a Dalí e ilustrarlo con una foto de una muchacha delante de una ventana me llamó la atención. Ahora sólo puedo alegrarme por haberme lanzado de cabeza.

   Todo nos lo cuenta la protagonista como una reflexión en voz alta, como quien recuerda cosas que ha vivido, anécdotas de todo tipo que le han pasado, esos momentos en que un pensamiento lleva a otro, con el mismo lenguaje natural que utilizaríamos cualquiera de nosotros cuando hablamos a solas o con un amigo.

    Usa expresiones muy divertidas y palabras propias de su tierra natal que aportan un tono más informal, casi diría que íntimo.

    Nos pasea por la ciudad de Limoges, nos enseña sus rinconces, nos presenta a los amigos que va haciendo durante su estancia allí, entre clases y patatas fritas.

    El misterio del título se descubre durante la lectura, y también una sorpresita para los seguidores de la obra de Sara Rodrob.

 

Y ahora, ¡DENTRO SPOLIER!

 (Voy a destripar poco, que a mí tampoco me gusta que me lo hagan)



La protagonista se llama Lía, un amigo de muchos años se llama Darío. Entre ellos tienen la broma de llamarse Da y Li, de ahí sacan el concepto “Dalí”.

    Ella, tratando de buscarse la vida, va a Limoges a dar clases de español, pero como es una mujer que a menudo se mueve por impulsos, no ha meditado demasiado sobre el hecho de que no domina el francés; menos mal que la propia escuela donde va a trabajar le facilita recibir clases.

    De hecho, las cosas que aprende en las clases que toma las pone en práctica en las que imparte.

    La historia nos cuenta cómo se aclimata ella a su nueva situación salpicada con recuerdos, con visitas de familiares y amigos que utilizan la excusa de ir a verla para conocer Limoges, con las vueltas que da la vida.

    No falta su parte de «cómo cambia el cuento según quién lo cuente».

    Es muy divertido leer frases como «a mí me dejan sola en un círculo y me desoriento», «pensarían que nos faltan un par de patatinas para el kilo…» o «se llena antes la panza que el ojo».

    Por cierto, eso de «patatinas» o «emburriar» son localismos, son el punto personal de la protagonista, de sus orígenes, sus señas de identidad.

    Muy bien documentada sobre Limoges, incluso la cadena de hamburguesería Quick. Da la sensación de estar paseando por allí.

    Es una lectura muy recomendada. No os digo más.

 

Xabi Garza

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