Me miras de soslayo al tiempo que calculas tus posibilidades. Tanto me deseas que no percibes que te observo altivo desde mi pedestal sin importarme ni tú ni tus ganas. Me mantengo rígido, incómodo ante tu insistencia en pasearte por delante de mí como si yo no importara, solo soy un objeto para ti. ¿De verdad crees que no voy a notar ese dedo que deslizas por mi espalda? Oh, sí, eres sutil, pero no intangible. Me olfateas cual cachorro curioso, se te hace la boca agua, lo sé, lo percibo incluso antes de ver cómo te muerdes el labio. Apostaría a que estás a punto de babear. Si pudieras me devorarías aquí mismo. He visto esa mirada tantas veces que podría reconocerla en la oscuridad. Cada vez estás más cerca, no tengo vía de escape, me respiras, deslizas tus manos sobre mí sin que pueda hacer nada por evitarlo. Me destapas con avidez, con el ansia de...
Como su propio nombre indica