Como ya sabréis si miráis el calendario, o en su defecto el teléfono móvil, hoy es 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer. Antes se le llamaba Día Internacional de la Mujer Trabajadora, pero, francamente, el nombre es lo de menos.
El hecho es que estoy triste. Sí, porque me entristece que se tenga que celebrar este día. Me explico:
En esta sociedad nuestra, la que nos está tocando vivir, donde todo se tiene que respetar, la de los géneros no binarios, la del género neutro escrito con «e», la de la libertad sexual que, por si a alguien se le olvida, la empezaron los jipis en los 70 (cincuenta años hace ya, señores), que se tenga que celebrar/reivindicar un Día Internacional de algo que tendría que estar más que asumido me entristece. Y me entristece porque que se siga celebrando quiere decir que todavía hace falta que se celebre. Todavía es necesaria la pedagogía para neutralizar al patriarcado opresor que manda a las mujeres a planchar o a la cocina. Todavía existe el maltrato físico y psíquico, la violencia de género que sufren las mujeres y el usar a los hijos como moneda de cambio en los divorcios. Todavía existe todo eso y mucho más y me entristece.
Me entristece la brecha salarial, que no se cumpla lo de «a igual trabajo, igual sueldo», la nula conciliación familiar, que haya colectivos denigrados como las «kellys» o las limpiadoras de hotel. Trabajos «reservados» a mujeres con sueldos de mierda irrisorios, etc.
Sí, hoy es 8 de marzo y sigo triste. Triste porque aún queda mucho camino por recorrer, camino que no sé si veré terminar. Porque nos perdemos en los detalles y, a veces, lo urgente nos hace olvidarnos de lo importante. Este día conmemora la desigualdad de género y sirve para reivindicar la lucha por la igualdad efectiva de derechos para las mujeres. Y es que es eso lo que me entristece e indigna a partes iguales, que en pleno siglo XXI se tenga que reivindicar algo que parece propio del siglo XIX.
No soy yo nadie para hacer bandera de algo. Yo, que sólo soy un padawan de escritor venido a menos y que sólo escribe lo primero que se le pasa por la cabeza. Y lo hago en mi blog, en mi propia casa, sin pretender nada. Simplemente expresarme. Y hoy, que es 8 de marzo (lo digo por si no sabéis en qué día vivís, que no estáis a lo que tenéis que estar) estoy triste.
Ojalá llegue el momento en que no se celebre el Día Internacional de la Mujer, al igual que no se celebra globalmente el Día Internacional del Hombre. Eso querrá decir que, de una vez por todas, seremos considerados iguales ANTE TODO Y ANTE TODOS. Mismos derechos, mismos deberes, mismas responsabilidades. Ojalá ese día llegue más pronto que tarde y ojalá yo lo vea.
Mientras tanto, seguiremos luchando por la igualdad. Quizá no todos. Seguramente no todos. Y ahí, justo ahí, es donde probablemente resida el problema.
Feliz 8 de marzo.
Comentarios
Publicar un comentario