NUNCA CONFÍES EN NADIE
Cuando piensas que tu vida es tranquila, que estás a salvo, no te fíes, no bajes la guardia, nunca sabes quién puede ser, nadie sabe qué pasa detrás de la puerta de cada casa del vecindario hasta puede que tu vecino, sí, ese tan amable que sale a recoger el periódico, te regala su mejor sonrisa y te da los buenos días, hasta él podría ser un asesino en serie. Aquí empieza esta historia, y recuerda, no confíes en nadie.
No sabría decirte desde cuando me pasa, pero se podría decir que casi nací con ello, para mí, es como respirar o comer, lo necesito, no puedo vivir sin ello. La mayoría de las personas no lo aprobarían, porque no es algo que la gente haga a menudo. Aun así, mi vida ha sido como la de cualquier otro, estoy casado, tengo una hija, un buen trabajo, pero poseo una particularidad: Soy un asesino en serie.
Sí, así es, es lo que soy, llevo años aterrorizando al país, yendo estado por estado, ahora me establecí definitivamente en esta bella ciudad, no sé cómo me irá, ni sí me atraparan pronto, dicen que hay un detective en el cuerpo de Policía que está resolviendo todos los casos, será un gran desafío intentar ganarle, o qué me venza, hice bien en trasladarme.
Vine a trabajar como carnicero, una faena que siempre funciona, sobre todo en esta época, allá donde he ido siempre tuve mucha clientela y todo el mundo quería que les atendiera yo, espero que aquí sea igual. Lo primero que hice fue ir a ver al dueño de la casa que acabábamos de comprar para que nos diera las llaves y poder instalarnos, después de aquello nos fuimos a estrenarla y dejar allí a la familia e irse a su trabajo para ordenarlo todo, limpiar y dejarlo todo listo para su apertura.
Mientras estuve allí, vino una señora preguntando que cuando seria la inauguración, le dije, al día siguiente ya estaría abierto de manera oficial. Pensé que sería la única persona que vendría en todo el día, pero no, me equivocaba, durante todo el día estuvo acercándose gente para preguntar lo mismo y algunos, si iba a abrir ya. Está claro que acerté en todo. Ya tengo ganas de abrir y empezar a trabajar, va a ser muy buen día mañana y la noche de hoy, espero que sea mejor todavía. Mañana será otro día y me fui a dormir.
A la mañana siguiente abrí por primera vez mi negocio, y empezó a venir mucha gente. Mientras atendía a la clientela, había un murmullo que no paraba, quise saber que era y pregunté: ¿Qué novedades hay? ¿Por qué tanto murmullo? Me contestaron enseguida.
––¿No se ha enterado? Anoche hubo un asesinato, ¡qué barbaridad! Donde vamos a ir a parar, esperemos que atrapen rápido al culpable.
—Desde luego, ya no puede salir uno tranquilo por la noche —le contesté yo.
—Totalmente caballero, donde vamos a ir a parar, aquí que nunca hubo asesinatos.
—¿Nunca?
—Nunca habíamos tenido un asesinato, tenemos el índice más bajo de criminalidad.
Y así, mientras se comentaba la noticia del suceso y todo el mundo se preocupaba, yo disfrutaba de un trabajo bien hecho y sonreía por dentro pensando: No será el último, vendrán más. Esto no ha hecho nada más que empezar.
El día continuaba muy bien, después de que la noche acabara perfecta y todo el mundo hablaba del asesinato. Era hora de seguir con el trabajo, a la espera de que volviera la noche y volver a matar.
—Dígame, ¿qué desea señora Norton?
—Quería una pechuga por favor
—¿Se la hago en filetes?
—Sí, por favor
—¿Le apetece una nueva variedad de carne? Son unas pechugas más grandes y de mejor calidad.
—Bueno, sí me las recomienda usted, me fiaré, póngame una, ¿qué variedad y de qué animal es?
—Es una especie exótica que hay poca producción, me traen solo dos piezas, y no todos los días. Es una muy exclusiva y muy sabrosa, hay muchos, pero es difícil conseguir un buen ejemplar. Y es exclusivo mío, no lo encontrará en otro sitio, se lo garantizo. Su nombre es pólimo.
—¿Pólimo? ¿Qué clase de animal es ese?
—Ya le dije que era exótica. Bueno, dígame, ¿le fileteo la pechuga de pólimo?
—Sí, gracias.
—Aquí tiene señora Norton, son dos dólares.
—Gracias, ahí tiene.
—¿Siguiente?
—¡Yo!, a mí me has convencido también, póngame unos pocos filetes y los probaré.
—Faltaría más, marchando unos filetes de pólimo para la señora Thompson.
Y así fue pasando el día hasta llegar a la noche y vendí toda la carne que tenía de pólimo, ahora tocaba cerrar la tienda e ir al almacén a preparar la carne para mañana
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Una vez llegué al almacén, me puse a prepararlo todo para el día siguiente, y dejarlo listo para llevarlo a la tienda. Al cabo de varias horas, estaba todo listo, solo faltaban más piezas de pólimo. Y ya era hora de salir a por más. Me dirigí a la calle, buscando algún bonito ejemplar, cuando de repente encontré la pieza perfecta, me acerqué hacia él con sigilo, sin que se diera cuenta, y cuando llegué a su altura, fingí que me tropezaba con él casi cayéndome.
—Perdón caballero, mil disculpas, iba distraído.
—No se preocupe caballero, a cualquiera le puede pasar.
—Gracias, caballero, permítame qué me presente, mi nombre es Fansworth Thompkins —dijo mientras le extendió la mano para estrechársela.
—Un placer señor Thompkins —dijo mientras también le ofrecía su mano para estrechársela.
No, le dio tiempo a decir nada más, una vez que estiró su brazo, Fansworth le agarró con fuerza hacia él mientras le clavaba un cuchillo en la vena yugular.
—Ya, ya, no es nada, en breve habrá acabado, estoy aquí contigo, todo estará bien y en breve ya no sentirás nada, no tendrás dolor, y será el final —dijo mientras le sacaba el cuchillo y procedía a clavárselo en el pecho y abrirle en canal hasta llegar al ombligo.
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A la mañana siguiente, como cada día Fansworth procedió a meter la carne que había traído desde el almacén y preparar todo para abrir la tienda.
—Espero que hoy sea un buen día también, venda todo y además, que vuelva a tener el mismo éxito con la nueva remesa de pólimo.
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