Ir al contenido principal

Hoy estoy realmente cansado

 

Imagen de una lámpara de pie junto a un sofá delante de una estantería repleta de libros

   Hoy estoy realmente cansado, y eso que tan solo estamos a lunes.

   Quizá sea, en parte, porque este es mi sexto día consecutivo de trabajo. Pero por lo visto eso no importa. Es lunes para el resto de los mortales y empieza una nueva semana aunque, para mí, justo ahora termina.

   Qué ganas de llegar a casa y descalzarme. Comer cualquier cosa y amodorrarme en el sofá. Lástima que me queda la mitad de media docena de huevos en la nevera y pan del viernes encima de la mesa. Eso, y los platos de los últimos tres días por fregar en el fregadero. Joder, todo es faena, me cago en la mierda puta.

   Me da igual, me pongo cómodo, me como un yogurt y me echo en el sofá a ver cómo se pelean en Telecinco. Debería leer las novelas que tengo a medias, pero estoy cansado, qué coño. Bien merezco un descanso, digo yo.

   Cojo el yogurt, caducado hace semana y media y me rio del comentario que ha hecho en voz baja mi mente «mejor, así tiene más bifidus» y me lo zampo en tres cucharadas. Soy muy burro, ya lo sé, pero quiero sentarme en el sofá. No sé si lo he dejado suficientemente claro.

   Por fin llega la hora de esparramarse. Procurando no chafar a Fluffy, doy un brinco y consigo mi ansiado premio. Oh, qué bien está uno cuando está bien. Ahora a poner la tele y dejar pasar el rato. Busco el mando por encima del sofá. No lo encuentro. Qué raro. Ayer por la noche estaba aquí. Justo aquí. Lo recuerdo perfectamente. Cuando me levanté para ir a la cama, lo llevaba en la mano, fui a beber agua y… ¡Mierda puta! ¡Está en la mesa! Grrrr. ¡Menuda cabeza la tuya, Xabi! «A mí no me metas» retumba una voz conocida.

   Me levanto iracundo y cabreado conmigo mismo justo ahora que empezaba a acomodarme. Cojo el mando en un arrebato, pulso el 5 y me tumbo, por segunda vez, en el sofá.

   —Pues yo te digo a ti que sí, porque tengo pruebas irrefutables […]

   —¿Pruebas? Sácalas, valiente. Venga, atrévete.

   —Como las saque va a arder Troya.

   —Tú lo que eres es muy golfa, y lo sabes.

   —¡ESO SÍ QUE NO TE LO CONSIENTO! […]

   Qué felicidad. Por fin me voy a poder relajar un poco. Ya era hora. Menos mal que esta tarde no tengo nada que hac… RIIIIING RIIIIIIING. ¿El móvil, ahora?

   —¿Sí? ¿Diga?

   —¿Señor Garza?

   —Sí, soy yo. Dígame.

   —Le llamaba para recordarle que hoy tiene cita en la consulta del dentista a las 16:45.

   —…

   —¿Me ha escuchado?

   —…

   —¿Hola?

   —…

   —Señor Garza, ¿está usted ahí?

   —…

 

@XabiGarza

  

Foto: Ricardo Esquivel

Comentarios

Entradas populares de este blog

El bordador de historias

¿Sabes esos días en que sientes que no necesitas dormir ni comer? Esos días en que todo lo que necesitas es sacar todo eso que te escuece desde lo más hondo de ti, explotar y compartir todo lo que te irrita, te enorgullece, te obsesiona, todo. Todo bulle, todo brota. TODO. Esos días en los que echas de menos, más que nunca, haber sido el heredero universal del tío de América, el gordo de la lotería o cualquier otra gracia que te permita vivir del cuento, de tu cuento, del que tú escribas, porque sólo necesitas vaciarte, volcar toda esa información que inunda tus células y que, bien aseada y con la cara lavada, luce como una bonita historia. Y es una historia bonita porque es real, y lo es porque ha tomado forma en tu cabeza y ahora está dibujada con letras de oro, formando palabras perfectas. Palabras cosidas con mimo y esmero a pequeñas puntadas, porque no das puntada sin hilo. Tú no. Y no importa que ese hilo se entrelace y enrede, no importan siquiera los jirones porque deshaces cua...

Me enfadé, por cortesía de @Trying_Mom

La verdad es que no sé qué hago yendo. Que vaya, dice Manel. Ha sido todo un detalle invitarme a asistir, igual de grande que el de Laura pidiéndome que la acompañara en esto. Es mayorcita, 27 años cumplirá el mes que viene, no obstante, agradezco tanto que cuente con mi opinión… Porque sí, claro, yo estoy sólo por acompañarla, pero, al fin y al cabo, soy la madre de la artista, nadie velará por sus intereses como yo, diga Manel lo que diga y por muy cariñoso y amistoso que se muestre, que esto no deja de ser su trabajo, un trabajo como otros. Que sí, que muy amable y muy simpático, pero mi niña es otro negocio para él. Y ella lo sabe, ¿eh? ¡Vaya que si lo sabe! En primer lugar, porque no es tonta, sólo es joven. En segundo, porque ya me he encargado de recordárselo todas las veces que tan solícito ha venido a casa para reunirse con ella. Tanto antes de que llegara como después de que se fuera. Debe estar asustada e impresionada porque, lejos de decirme que ya lo sabe y que deje de s...

Sutiles

  Es jodido eso de escuchar voces en tu cabeza.  (No seas exagerado).  Al principio no son voces, ni siquiera es algo entendible. Son ruidos que suelen aparecer cuando estás solo. Preferiblemente en casa. En un inicio uno se ralla, piensa que hay alguien, o peor, algo merodeando por ahí. Luego la razón toma el control diciéndote que es la vieja casa donde la madera cruje por el cambio de temperatura brusco, o el viento colándose por entre las ventanas.     Uno normaliza escuchar cosas que realmente no están. Y es eso lo que da miedo. Una vez lo has normalizado aparecen los susurros. Como cuchicheos de niños pequeños. Algo sin sentido que aparece de la nada. Algo aparentemente inocente que va cobrando nitidez cuando las horas de sueño escasean.  (Y lo entretenido que estás ahora ¿qué?).    Los cuchicheos duran poco y la claridad llega de repente. Empieza con palabras sueltas. Primero, mi nombre. Qué ridículo me veo ahora buscando quién me llamaba, ...