Hoy he hecho risotto. He visto la receta en el programa de Arguiñano. Parecía fácil. De hecho, la mayoría de recetas lo parecen. Luego las tiene que hacer uno mismo y ya no es tan fácil. Que si colamos esto en el chino. ¿El chino? ¡El chino lo tengo yo en la otra punta del pueblo! Ah, calla, un colador de esos. Pues di colador, leches. ¡No me líes más, Arguiñano!
El caso, el risotto. Pues bueno, creo que sobreviviré, así que no me puedo quejar. No le he echado boletus, sólo me faltaba eso, pero ha quedado comestible. Ostras, me acabo de acordar de lo que me dijo una vez mi amigo Juan:
—Todas las setas son comestibles, al menos una vez.
Qué gran verdad. Hombre sabio donde los haya. Mi gran amigo Juan. Dios lo tenga en su Gloria.
En fin, que no ha sido tan difícil. Hervir arroz y echarle queso. Eso es resumir mucho pero es lo esencial.
Nadie me explicó que, una vez servido en el plato, hay que dejar la olla en remojo. Ahora hay una pasta pegada mezcla de arroz, queso y mantequilla por toda la olla. Ni con mazo y escoplo, oye. He cogido el bote de KH-7 y el tipo de la foto me ha mirado y se ha reído. Claro que, eso, sólo ha pasado en mi mente, pero tampoco viene al caso.
Y nada, que hoy he hecho risotto. Por si no quedaba claro. El arroz hervido con un toquecito de queso me ha quedado divino. Poco más que añadir. Ah, sí, una cosita más: Arguiñano, cabrón, tú lo haces todo muy fácil. Rico, rico y con fundamento. La madre que te...
Comentarios
Publicar un comentario