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Doctor, tengo un grave caso de toditis, por cortesía de @monika_feren

Doctor, tengo un grave caso de toditis      «Quien mucho abarca... » empieza el dicho, y sigue «poco aprieta». Este refrán popular, que muchos sabrían continuar sin necesidad de terminar la primera frase, hace referencia explícita al extraño caso de «toditis» que me lleva acompañando durante gran parte de mi vida. Eso de querer hacer muchas cosas a la vez y al final no ser capaz de terminar ninguna, dejarlas a medias o abandonarlas por otras más emocionantes, le sonará a propios y extraños, pues estoy convencida de que es un mal común.   ¿Cuál es su causa? Los más avezados dirán que eres un ser multipotencial, que puedes realizar múltiples tareas sin que ello resulte en un caos total, pero para ello esas tareas deben tener un inicio y un final, o realizarlas simultáneamente sin llegar al colapso. No es mi caso. Así que la causa quizá sea más sencilla y mundana. Intentaré dar con ella a través de una pequeña reflexión.   Cuando emprendo una nueva idea, siempre lo hago con

Piano

  Siempre quise saber tocar el piano, pero no al nivel de conservatorio, tan solo para poder expresarme con notas musicales del mismo modo que lo hago con las palabras. No por el hecho de saber los movimientos de las piezas, uno sabe jugar al ajedrez, y tocar el piano es lo mismo. No soy pretencioso, solo quería saber tocar, pero la vida tiene sus caprichos y el destino otros tantos. Cuando tuve tiempo no tuve la oportunidad, y cuando tuve la oportunidad… Cuando tuve la oportunidad me faltó el poder aprender, porque no es lo mismo saber tocar el piano que poder aprender a tocarlo. No hay instrumento que peine mi alma y desenrede mi mente como lo consigue un buen piano tocado con suavidad y sentimiento. Es el único que logra calmar mi caos interno, o al menos, se acerca a ello. Sus delicadas notas me acarician por fuera, pero sobre todo por dentro, traspasando mi piel y mis sentimientos, desarmándome salvajemente y haciéndome vulnerable al resto de la gente. Y precisamente eso, es

MALAS INFLUENCIAS, de Marc R. Soto

  «El hombre en la ducha no sabe que lleva tres horas muerto.» Así, con esta impactante frase, empieza Marc a relatarnos la historia de Miranda Grey, una escritora novel que consigue que le dejen acompañar a la policía en la investigación de un caso (resulta inevitable que te vengan a la cabeza series como Castle), y esto le otorga la posibilidad de conocer a su autora favorita, Norma Seller, y a la persona que se esconde detrás del nombre profesional. El autor nos salpica la investigación policial con información sobre Miranda, tanto en su interacción con los involucrados en el caso como en lo referente a su vida personal, su pasado y su presente. Una narración muy equilibrada nos va llevando a la resolución del caso de tal modo que cuando crees que ya lo tienes claro y piensas cómo va a rellenar las hojas que faltan hasta leer el FIN , nuevos giros en los acontecimientos nos revuelven, nos muestran que quedan piezas sueltas, y Marc, con maestría, nos las encaja. Cuando digo

Ángela. Relato presentado al V Certamen de relato breve «Residencia de mayores Campiña de Viñuelas» 2021

  Esta mañana me ha venido Ángela a la mente. Tal vez haya sido porque al mirar por la ventana he visto unas margaritas amarillas, y eso me ha recordado a cuando iba a visitarla. Le encantaba dar paseos por el jardín, aunque en realidad era yo quien la paseaba mientras ella observaba las flores desde su silla de ruedas. Se quedaba absorta mirándolas y al rato me decía: —Son bonitas, ¿verdad? —Claro que sí, Ángela. —respondía yo. —Hace muchos años, yo también era bonita. Ahora las arrugas han tapado esa belleza, o lo que quedaba de ella. Yo, sin saber qué decir, empujaba por la senda la silla de ruedas. Ahora le hubiera dicho: «No, Ángela, tú serás bonita siempre», pero cuando uno es un adolescente de apenas catorce años, no cae en la cuenta de qué decir, ni cómo decirlo. El hecho de que yo conociera a Ángela se lo debo a una asignatura de voluntariado que tuve que realizar en tercero de la ESO, en la cual debíamos ir a visitar a una persona en la residencia del pueblo, para que