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Feliz Navidad

No quería estar allí. De hecho, creo que ninguno de nosotros quería; pero teníamos que defender nuestro país de los invasores, o eso nos dijeron, y quien tuviera suficiente edad para sostener un fusil sería reclutado inevitablemente.     Perdí la cuenta del número de días, semanas y meses en los que estuve esquivando la muerte, mientras al final del día, en el recuento, alguno de mis compañeros, incluso algún amigo, dejaba de responder al pasar lista y llegar a su nombre. No es algo para lo que nos preparen cuando nos dan nuestra arma y nos lanzan a una muerte más que posible.     Aquella noche, en medio del fuego cruzado, el enemigo cesó su ofensiva. El olor a pólvora y tierra que aún se colaba en nuestros pulmones dejó paso a un aire bastante respirable. Nos quedamos atónitos, pasmados, mirándonos los unos a los otros y pensando en alguna treta fruto de la confianza que genera un alto el fuego. Al poco, decidimos hacer lo propio. No sé quién lo ordenó, pero en medio de la guerra

Escribir es fácil, si sabes cómo

No sé vosotros, pero yo soy de la opinión de que un escritor tiene que saber escribir. Y ojo, aunque parezca una soberana gilipollez lo que digo, no lo es. En absoluto.      ¿A qué me refiero cuando digo que tiene que saber escribir? Bien, desde mi punto de vista va más allá de implementar correctamente palabras, frases, aplicar gramática, puntuar como es debido, tildar lo que toque y demás. ESE debería ser el punto de partida, lo mínimo exigible. «Si uno quiere ser escritor, debe escribir como un escritor».      Digo esto porque parece que últimamente prima, por encima de escribir bien, que se sea un contador de historias a un escritor y, por supuesto que hay que hilvanar una buena historia, pero sin descuidar todo lo demás. Si no se llega a ese mínimo, que puede ser perfectamente, «el escritor en ciernes» debe poner especial empeño en corregir lo que está mal y, sobre todo, dejarse aconsejar por alguien que, en ese momento, sepa más. Pienso que hace falta una buena cura de humild

Mariví tiene un plan

Este relato fue presentado a la Antología Serie B, cuyo premio fue considerado desierto. El despertador marcaba las 8:35 de la mañana cuando un tenue rayo de sol se colaba por la rendija de la persiana e impactaba en la cara de Mariví. Maldijo no haberla cerrado del todo bien horas antes, pero quién se iba a fijar en eso a las cuatro de la madrugada.      A su lado, Ernesto seguía roncando con la misma sutileza de un tractor ruso de postguerra mientas ocupaba dos tercios de la cama. Sin mucha opción viendo el panorama que se le avecinaba, Mariví decidió dar por concluida su duermevela y levantarse, a fin de cuentas, hoy era el día, hoy era Navidad.      Se había quedado hasta tarde haciendo canelones. Hirviendo las obleas en su punto, escurriéndolas para después rellenarlas con carne picada con el 1,2,3 picadora Moulinex que conservaba desde tiempos inmemorables, para finalmente bañarlo todo con la bechamel que preparó con tanto esmero. Luego, un tejado de queso perfectamente es

Palabras

Me miras de soslayo al tiempo que calculas tus posibilidades. Tanto me deseas que no percibes que te observo altivo desde mi pedestal sin importarme ni tú ni tus ganas.      Me mantengo rígido, incómodo ante tu insistencia en pasearte por delante de mí como si yo no importara, solo soy un objeto para ti.      ¿De verdad crees que no voy a notar ese dedo que deslizas por mi espalda?      Oh, sí, eres sutil, pero no intangible.      Me olfateas cual cachorro curioso, se te hace la boca agua, lo sé, lo percibo incluso antes de ver cómo te muerdes el labio. Apostaría a que estás a punto de babear.    Si pudieras me devorarías aquí mismo. He visto esa mirada tantas veces que podría reconocerla en la oscuridad.      Cada vez estás más cerca, no tengo vía de escape, me respiras, deslizas tus manos sobre mí sin que pueda hacer nada por evitarlo.    Me destapas con avidez, con el ansia descontrolada de quien lleva años esperando, casi podría decirse que toda una vida. Me abrazas y