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Piano

  Siempre quise saber tocar el piano, pero no al nivel de conservatorio, tan solo para poder expresarme con notas musicales del mismo modo que lo hago con las palabras. No por el hecho de saber los movimientos de las piezas, uno sabe jugar al ajedrez, y tocar el piano es lo mismo. No soy pretencioso, solo quería saber tocar, pero la vida tiene sus caprichos y el destino otros tantos. Cuando tuve tiempo no tuve la oportunidad, y cuando tuve la oportunidad… Cuando tuve la oportunidad me faltó el poder aprender, porque no es lo mismo saber tocar el piano que poder aprender a tocarlo. No hay instrumento que peine mi alma y desenrede mi mente como lo consigue un buen piano tocado con suavidad y sentimiento. Es el único que logra calmar mi caos interno, o al menos, se acerca a ello. Sus delicadas notas me acarician por fuera, pero sobre todo por dentro, traspasando mi piel y mis sentimientos, desarmándome salvajemente y haciéndome vulnerable al resto de la gente. Y precisamente eso, es

MALAS INFLUENCIAS, de Marc R. Soto

  «El hombre en la ducha no sabe que lleva tres horas muerto.» Así, con esta impactante frase, empieza Marc a relatarnos la historia de Miranda Grey, una escritora novel que consigue que le dejen acompañar a la policía en la investigación de un caso (resulta inevitable que te vengan a la cabeza series como Castle), y esto le otorga la posibilidad de conocer a su autora favorita, Norma Seller, y a la persona que se esconde detrás del nombre profesional. El autor nos salpica la investigación policial con información sobre Miranda, tanto en su interacción con los involucrados en el caso como en lo referente a su vida personal, su pasado y su presente. Una narración muy equilibrada nos va llevando a la resolución del caso de tal modo que cuando crees que ya lo tienes claro y piensas cómo va a rellenar las hojas que faltan hasta leer el FIN , nuevos giros en los acontecimientos nos revuelven, nos muestran que quedan piezas sueltas, y Marc, con maestría, nos las encaja. Cuando digo

Ángela. Relato presentado al V Certamen de relato breve «Residencia de mayores Campiña de Viñuelas» 2021

  Esta mañana me ha venido Ángela a la mente. Tal vez haya sido porque al mirar por la ventana he visto unas margaritas amarillas, y eso me ha recordado a cuando iba a visitarla. Le encantaba dar paseos por el jardín, aunque en realidad era yo quien la paseaba mientras ella observaba las flores desde su silla de ruedas. Se quedaba absorta mirándolas y al rato me decía: —Son bonitas, ¿verdad? —Claro que sí, Ángela. —respondía yo. —Hace muchos años, yo también era bonita. Ahora las arrugas han tapado esa belleza, o lo que quedaba de ella. Yo, sin saber qué decir, empujaba por la senda la silla de ruedas. Ahora le hubiera dicho: «No, Ángela, tú serás bonita siempre», pero cuando uno es un adolescente de apenas catorce años, no cae en la cuenta de qué decir, ni cómo decirlo. El hecho de que yo conociera a Ángela se lo debo a una asignatura de voluntariado que tuve que realizar en tercero de la ESO, en la cual debíamos ir a visitar a una persona en la residencia del pueblo, para que

#RetoDraj

No sabía a dónde pertenecía, pero no le importaba. Y es que uno tiene que ser feliz donde sea, solo o acompañado. Porque la raíz del alma arraiga donde uno se encuentra bien, donde decide, aunque sea por un instante, ser feliz.   @XabiGarza Imagen de Pinterest

Me enfadé, por cortesía de @Trying_Mom

La verdad es que no sé qué hago yendo. Que vaya, dice Manel. Ha sido todo un detalle invitarme a asistir, igual de grande que el de Laura pidiéndome que la acompañara en esto. Es mayorcita, 27 años cumplirá el mes que viene, no obstante, agradezco tanto que cuente con mi opinión… Porque sí, claro, yo estoy sólo por acompañarla, pero, al fin y al cabo, soy la madre de la artista, nadie velará por sus intereses como yo, diga Manel lo que diga y por muy cariñoso y amistoso que se muestre, que esto no deja de ser su trabajo, un trabajo como otros. Que sí, que muy amable y muy simpático, pero mi niña es otro negocio para él. Y ella lo sabe, ¿eh? ¡Vaya que si lo sabe! En primer lugar, porque no es tonta, sólo es joven. En segundo, porque ya me he encargado de recordárselo todas las veces que tan solícito ha venido a casa para reunirse con ella. Tanto antes de que llegara como después de que se fuera. Debe estar asustada e impresionada porque, lejos de decirme que ya lo sabe y que deje de s